La codicia es patética porque siempre la acosa y la agota la posibilidad futura;
Jamás presta atención al presente.
Con todo, el aspecto más siniestro de la codicia es su capacidad para adormecer y anular el deseo.
Destruye la inocencia natural del deseo, aniquila sus horizontes y los reemplaza por una posesividad frenética y atrofiada.
Esta codicia envenena la Tierra y empobrece a sus habitantes.
Tener se ha convertido en el enemigo siniestro de ser.
Jamás presta atención al presente.
Con todo, el aspecto más siniestro de la codicia es su capacidad para adormecer y anular el deseo.
Destruye la inocencia natural del deseo, aniquila sus horizontes y los reemplaza por una posesividad frenética y atrofiada.
Esta codicia envenena la Tierra y empobrece a sus habitantes.
Tener se ha convertido en el enemigo siniestro de ser.
John O' Donohue